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  • Del secreter al moderno escritorio

    La invención de la escritura, hacia el año 3.000 aC, transformó de tal manera la civilización humana que dividió nuestra trayectoria en el mundo en dos períodos: prehistoria e historia. Pero además de los cambios sociales y culturales que transformaron la sociedad, se produjeron también una serie de consecuencias que, hoy en día, tenemos asumidas como parte esencial de la vida cotidiana.

    Uno de los efectos de las actividades relacionadas con la escritura fue la aparición del escritorio, un mueble diseñado expresamente para escribir con comodidad. Desde una sencilla mesa de despacho hasta un secreter ornamentado, con tapa e innumerables cajones, todos los escritorios cumplen la misma función: servir de soporte para las tareas relacionadas con la escritura, incluyendo todos los útiles y accesorios que se necesitan para ello.

    Así, vemos que en la tradicional mesa de despacho del siglo XIX reposaban unas hojas de papel, pluma, tintero y secante; más adelante, los escritorios se vieron inundados de lápices y bolígrafos, gomas de borrar, grapadoras, tijeras y máquinas de escribir. Hoy en día, el centro del escritorio suele estar ocupado por un ordenador y periféricos, pero no hemos prescindido de toda una serie de adminículos que ya se utilizaban hace treinta años o más y que, pese al tiempo, siguen siendo imprescindibles. Con el fin de mantener un mínimo de orden y poder tener a mano todo lo necesario, una solución óptima es disponer de un organizador de escritorio, una bandeja con compartimientos más o menos hondos que permite guardar y clasificar los accesorios que utilizamos con más frecuencia.

    La variedad de modelos de organizadores de escritorio es amplísima, en correspondencia con la diversidad de gustos y de estilos de trabajo de cada persona: los más clásicos suelen estar confeccionados en piel y en tonos discretos (burdeos, marrón, negro…); por su parte, los diseños funcionales utilizan como material el versátil y moderno plástico o una resistente malla metálica; por último, aquellas personas con tendencias más artísticas verán satisfechas sus necesidades con un organizador fabricado a base de madera natural imitando los accesorios antiguos, o bien cartón forrado con algún estampado evocador.

    En cuanto a la forma, tamaño y número de compartimientos del organizador, también se encuentran en el mercado múltiples posibilidades, desde una simple bandeja hasta el más sofisticado sistema con una infinidad de compartimientos, apto para clasificar y guardar toda clase de objetos (más o menos imprescindibles).

    Evidentemente, la elección del modelo de organizador siempre dependerá de las necesidades del usuario. Por esta razón, los principales fabricantes de artículos de escritorio disponen siempre de una o varias versiones de organizador, diseñado para facilitar la vida a cualquier persona que pase gran parte de su tiempo trabajando o estudiando ante un escritorio.

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