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  • La magia de los regalos está en el envoltorio

    Envolver un regalo es como la presentación de un plato: puede transformar algo sencillo en un lujo, lo bonito en algo hermoso, un gesto protocolario en una muestra de amistad y cariño. Un obsequio bien envuelto ejerce una fuerte atracción sobre quien lo recibe, que se siente tentado a abrirlo a la vez que desea prolongar durante unos momentos el misterio de saber lo que hay dentro. Si es tan bello por fuera, ¿cómo será su interior?

    Además de proporcionar placer estético, un envoltorio bien hecho es una demostración de esfuerzo e ilusión por parte de quien lo confecciona. Es una prueba de que se ha tomado la molestia de invertir tiempo para crear una pequeña obra de arte, efímera pero con una fuerte carga simbólica que estrecha aún más los lazos personales y sociales entre quien ofrece el regalo y quien lo recibe.

    Los regalos suelen hacerse en fiestas y ocasiones especiales como aniversarios, Navidades, festividades como el Día del Libro, celebraciones, citas románticas… Pero también podemos hacer un obsequio sencillamente porque queremos demostrar nuestro afecto hacia una persona que apreciamos. En estos casos, cualquier pequeño detalle (unos bombones, unas galletas artesanas, una pieza de bisutería…), bien envuelto y presentado sin anunciar previamente nuestras intenciones, provocará una reacción de sorpresa e ilusión que compensará de sobras nuestro esfuerzo.

    No existe una sola fórmula válida que sirva para envolver cualquier regalo, una “talla única”. Según la ocasión, personalizaremos el envoltorio de manera que el resultado podrá ser muy variado: alegre, lúdico, tentador, poético, clásico, tradicional, barroco, sobrio, fantasioso, romántico, sexy… Cualquier adjetivo, cualquier emoción, caben en un simple trozo de papel atado con una cinta. Porque de eso se trata, de saber combinar unos materiales sencillos y económicos para envolver un objeto de forma atractiva. Se pueden emplear diversas técnicas y estilos, desde los más sobrios a los más sofisticados, que podemos elegir y personalizar de forma creativa de acuerdo con nuestros gustos y habilidades.

    De entre las numerosas posibilidades, destaca por su belleza y simbolismo el estilo japonés. Como en tantos otros aspectos de la cultura japonesa, el simple hecho de preparar y dar un regalo se convierte en una pequeña ceremonia donde lo más importante es el proceso en sí mismo. Envolver los regalos en papel es una forma de arte llamada tsutsumi, que existe desde por lo menos la época Muromachi (1336-1537).

    Aunque la técnica del tsutsumi puede llegar a ser compleja y sofisticada, la intención es la de armonizar el envoltorio con su contenido, la forma del regalo con lo que éste expresa. Para ello, los japoneses se guían por los conceptos de equilibrio, contraste entre yin y yang, elementos asimétricos, sencillez y modestia. El resultado suele ser simple y bello al mismo tiempo.

    Tanto si poseemos habilidad para envolver regalos de una forma sofisticada y original como si, por el contrario, disponemos de poco tiempo y queremos ir a lo más práctico, el mercado de la papelería y las Bellas Artes nos permite elegir entre una amplia y diversa gama de materiales que nos ayudarán en nuestro cometido. Los elementos esenciales para envolver cualquier regalo son los siguientes:

    • Papel: Resulta increíble comprobar la infinidad de tipos de papel que pueden utilizarse para envolver regalos. Uno de los más populares es el papel kraft, gracias a su aspecto rústico que combina muy bien con cualquier tipo de adornos y complementos. El papel tipo seda también resulta idóneo por su delicadeza, sus bellos colores y la posibilidad de crear efectos traslúcidos. También hay el papel de celofán, transparente o de colores intensos, el charol, el pinocho, la cartulina, y un largo etcétera. Las posibilidades en cuanto a colores, texturas y estampados son prácticamente infinitas, desde los colores más sobrios y naturales hasta los metalizados y los estampados más llamativos.
    • Cintas: El complemento más clásico que acompaña a cualquier regalo suele ser una cinta, que puede encontrarse en una gran diversidad de colores, grosores, materiales y texturas: cintas de raso, papel metalizado u organza, cordones rústicos o sedosos, etcétera. La forma de colocar la cinta en el regalo también admite numerosas posibilidades, desde la clásica lazada hasta nudos sofisticados, rosetones, plisados…
    • Complementos y adornos: aquí la lista podría ser interminable, ya que el último toque de un regalo bien presentado puede ser prácticamente cualquier cosa que uno pueda imaginar. En primer lugar, destaca la clásica tarjeta con un mensaje personalizado, pero se pueden añadir una infinidad de detalles: adhesivos, dibujos o caligrafías, objetos naturales como piñas u hojas secas, flores de papel, dulces para los niños, galletas o bombones, fotografías, cuentas, botones, blondas…, cualquier elemento que armonice con el resto será bienvenido.

    Además de estos materiales, conviene disponer de accesorios básicos para la papelería creativa: tijeras para papel, cinta adhesiva y, en ciertos casos, pegamento, hilo y aguja, rotuladores, etc. Tampoco hace falta montar todo un taller en casa dedicado a envolver regalos (con la excepción de los Reyes Magos y Papá Noel, claro está), pero lo que sí necesitaremos es un poco de paciencia, cuidado y, sobre todo, mucho cariño e ilusión.

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